Si bien es cierto que pretendo publicar un artículo en el blog cultural Underground en el que participo con la sección Novela e Historia, también lo es que me apetecía escribir una entrada más personal en esta que es mi página. Nuestra página. Un lugar donde la historia del XIX y la literatura están muy presentes.
Del 3 al 8 de octubre se ha celebrado la que ha sido la XXIII Semana de Novela Histórica de Cartagena, el primer y más longevo de los eventos relacionados en exclusiva con este maravilloso género literario.
El viernes 7 de octubre había quedado con mi querida amiga Conchi y su hermana (aunque no de sangre) María para ir a comer y, después, recoger a mi marido que regresaba de pasar tres semanas en Madrid. El día no podía estar siendo mejor y pronto estaríamos disfrutando de las presentaciones que se darían aquella noche en el teatro romano de Cartagena.

Como curiosidad simpática decir que llegué justo en el instante en el que la guapísima Laura Conesa se encontraba ya presentando la jornada de ese preciso día. Bien, pues cuando entré al salón de actos fue el preciso instante en el que ella me nombraba como parte de la administración del grupo Novela Histórica y fue casi como una entrada triunfal.
La primera presentación que corrió a cargo de la autora de la obra Hija del mar, Alicia Vallina, me pareció muy interesante a pesar de tratarse de un vídeo grabado y no de la ponencia presencial de dicha escritora. La razón era médica y poco podíamos hacer, pero si ya con aquel vídeo consiguió despertar el interés de muchos de los que allí nos encontrábamos, no quiero imaginar si hubiera esta presente. Un triunfo total asegurado.
Después fue el turno de Mar Cantero, quien nos presentaba su novela Una noche preciosa para volar. En ella se dan cita tres mujeres que representan a las primeras pilotos españolas, siendo la historia narrada en tres épocas distintas. Sin embargo, es el amor lo que prioriza esta historia, algo que no nos debe sorprender si tenemos en cuenta la bibliografía de la autora.
Por último, el reconocido escritor Francisco Narla nos sorprendió con una presentación poco habitual. Un show simpático en el que hacía partícipes a los miembros del público y hablaba, sobre todo, del oficio de escritor. De entre todos los conceptos e ideas que expresó me quedé con una que debería de escribirse en todos y cada uno de los libros del género literario histórico: «La novela, por muy bien contextualizada y documentada que esté, es ficción. Nunca debe leerse una novela con intención de aprender historia, esa no es la función del escritor, es la función del historiador«. Eso sí, de la novela no supimos nada. La obra presentada en cuestión era «Balvanera«.


Al terminar las presentaciones sucedió la verdadera magia. Amigos y compañeros de todas partes de España se habían dado cita, esas personas con las que tanto he hablado en en los últimos años a través de las redes sociales, ahora eran reales. Amigos como María Romero o Lucía Muñoz estaban allí en carne y hueso. El reencuentro con otros tantos como Antonio Aguilera, Olga Luján y Jota entre otros. Y los maravilloso miembros de la Asociación de la Semana de Novela Histórica de Cartagena que cada año hacen que nos sintamos como si estuvieramos en nuestra propia casa: Obdulio Lopez, Laura Conesa y mi querida Marisa Gálvez estaban allí, por supuesto.
Sin embargo, la ilusión mayor llegó al ver a Vic Echegoyen, una mujer con la que en este último año he podido conocer un poquito más y a quien he terminado admirando por su educación, cultura y saber estar. Una escritora que este año ganaría el Premio Odilo a la mejor escritora de la XXIII edición de este fabuloso evento literario con su obra «Resurrecta«. Y, justo cuando pensaba que ya nada mejor podía suceder durante aquella jornada que llegaba a su fin escuché una voz conocida solo por retransmisiones. Una voz que pertenecía a uno de los autores que admiro y sigo desde hace años y que jamás creí que podría hablar con él y, mucho menos, compartir una comida a su lado. José Zoilo y su esposa acababan de llegar y fue la guinda del pastel.
8 de octubre
A las 9 de la mañana nos habían citado a casi todos en una churrería para desayunar, una sopresa acompañaría a dicho desayuno. La Asociación había organizado una visita guiada a unos de los yacimientos que aun se mantiene cerrado al público: el anfiteatro romano. Si ya era un lujo ver a estos escritores en vivo y en directo presentar sus obras, ir en su compañía a visitar las zonas de turismo cultural con ellos era un broche de diamantes.

La visita al anfiteatro me encantó gracias a la gran profesional que nos guió y habló de cada rincón o recoveco. Se llamaba Soledad, llevaba 27 años trabajando como arqueóloga y 10 años dedicada al anfiteatro. El entusiasmo que aquella mujer mostraba a pesar de los años era maravilloso, pocas veces se conoce a un especialista, da igual la rama, que siga tan entusiasta con su oficio tras dedicarse a él tantos años.
En la imagen podemos ver a Sole de pie frente a nosotros, en el grupo se encontraban grandes autores participantes en esta edición: José Zoilo y Vic Echegoyen de espaldas en primer plano y Francico Narla abajo del todo.
Después tuvimos el placer de disfrutar todos juntos de una comida típica de la zona. Un arroz meloso buenísimo y una serie de canapés que hicieron las veces de entrantes en la comida. Ahora sí, tocaba descansar hasta la noche que se celebraría la clausura y entrega de premios.
CLAUSURA:
La clausura fue espectacular, un cierre maravilloso para esta semana cultural tan completa y repleta de buena literatura del género. Vic Echegoyen hizo los honores siendo la primera en presentar su novela, una historia tremenda, maravillosa y muy coral. Su presentación fue muy original, como hicera Francisco Narla en la noche anterior, ella también hizo partícipe al público, pero de otro modo muy distinto. La novela tiene una gran cantidad de personajes que son necesarios para comprender lo que sufrió Lisboa aquél fatídico año de 1755. Echegoyen puso a los diversos miembros del público el rol de alguno de estos personajes y le hizo pensar, en la situación que le tocó vivir, qué hubieran hecho. La respuesta a todas aquellas preguntas se encuentran, por supuesto, en la magnífica obra Resurrecta.
El segundo en presentar su obra fue Antonio Pérez Henares, al que muchos conocen más por su faceta como tertuliano en algunos programas de política y actualidad que por sus novelas. No es nuestro caso, pues la razón que le llevaba hasta Cartagena no era solo presentar su última obra Tierra vieja, de gran interés por cierto, sino recibir el titulo de Embajador de la Semana de Novela Histórica por su constante esfuerzo y apoyo a la difusión y conocimiento de dicho género literario.
Por último, el turno de José Zoilo que presentaba su última obra Lordemano y lo hacía de un modo también tan divertido como original, a través de un digitalizado cuaderno de viajes. Lordemano es la historia de un vikingo que llega a tierras hispanas y viaja a través de la península, es una aventura contada a través de los ojos de un extranjero de la época, sus vivencias, sus reacciones. Una novela que ha conquistado miles de lectores y que ha sido reconocida con el Premio Ciudad de Cartagena 2022.
El colofón final fue una cena en unos de los restaurantes más exclusivos del puerto de Cartagena. Un lugar increíble al que fuimos invitados gracias a la generosidad de la Asociación de la Semana de Novela Histórica de Cartagena a la cual, por cierto, quiero agradecer todo cuanto hacen por la novela histórica, por lo bien que se portan cada año con todos nosotros y por su atención constante a cuantos nos acercamos cada año a disfrutar de un evento tan único como longevo.
Gracias Obdulio por todo cuanto haces. Gracias Laura por ser la alegría que nos ilumina en cada edición. Y, mi querida Marisa Gálvez, gracias por ser esa fantástica anfitriona que hace destacar este evento y nos acompaña en cada paso.
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