Hacía tiempo que no os hablaba de estas campañas y batallas que inundaron de historia y gloria nuestras tierras. Sin embargo, la de hoy no fue gloriosa, mas aquellos que consiguieron aguantar los envistes de los franceses fueron reconocidos por su valor y por su honor.
La Batalla no llego a ser tal sino una horrenda derrota, pues a las 11 de la mañana ya unos pocos supervivientes huían en desbandada perseguidos por los franceses, algunos atravesando fugazmente el escaso caserío de Gamonal, donde los pocos lugareños que no se habían refugiado en Burgos les veían pasar sin poder socorrerles, mientras otros se retiraban por las riberas del Arlanzón para ponerse a salvo en Burgos.
Fue al amanecer del día 10, que la tragedia arribó a nuestro ejército, solamente parte de la caballería francesa al mando de Lasalle, y algo de la infantería de Mouton, todos ellos comandados por Bessiers, fueron suficientes para derrotar a nuestro ejército.
Tan solo las bizarras Guardias Wallonas (Guardias Españolas de Infantería de guarnición en Burgos), fueron capaces de aguantar estoicamente las sucesivas cargas de caballería, formando en cuadro, hasta quedar solamente 74 hombres vivos sin rendirse:
“El jefe accidental del Batallón, D. Vicente Genaro de Quesada, se mantuvo en su puesto esperando la muerte, y cuando algunos jinetes franceses se le acercaron exigiéndole la entrega de la espada, aún intentó defenderse, en cuya pelea heroica sacó fuera de combate a uno de los enemigos e hirió a otro, hasta que rendido de fatiga y acribillado de heridas, cayó casi exámine sin conocimiento, que no recobró hasta al ser curado en el hospital de sangre”.
“Henestrosa al frente de los Húsares, trata de contener el ataque, pero el desastre es total y desolado busca incesantemente a Belveder, al cual desde el inicio del ataque francés no ha vuelto a ver. Poco podría imaginarse aquél, que Belveder, a los primeros síntomas del desastre, había emprendido fugaz huida hacia Burgos, pensando sólo en su salvación, y desentendiéndose de la situación desesperada en que se hallaban sus hombres”.
“Al mando de los Granaderos Provinciales de Burgos se hallaba el joven teniente don Juan Díaz Porlier, que tan sólo con 20 años de edad, ha sido testigo de un nuevo descalabro de los ejércitos regulares españoles, la retirada a que se vió forzado, debió de ser perfectamente llevada a cabo, ya que aconsejado por el sargento de Granaderos, Amor Pisa, gran conocedor de aquellos parajes y de la protección que les podía brindar el terreno en aquella apurada situación, inician la marcha hacia los montes de Oca y el cauce del Alto Ebro”.La Ciudad de Burgos, fue entregada al saqueo de los soldados de Napoleón: “Cogieron también como botín 2.000 sacas de lana merina, que vendida en Bayona produjo muchos millones”.

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